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Euforbiacéas: 

        Es ésta una importante familia que se halla distribuida a lo largo y ancho del globo. Entre sus especies no suculentas figuran algunas nativas de España y que conocemos por "lechetreznas", dado el hecho de poseer savia con aspecto lechoso.

Las flores de esta planta euforbiácea son pequeñas y poco aparentes. Están reunidas en grupos de especiales características que reciben el nombre de ciatios. Un ciatio está formado por una flor femenina desprovista de periantio, rodeada de cinco grupos de flores masculinas, las cuales están reducidas a un solo estambre.

A diferencia de lo que sucede en los cactus, sus espinas están conectadas con los tejidos internos del tallo, por lo que éste sufre un desgarro si se las intenta arrancar. La mayoría de las euphorbia suculentas son nativas de África, aunque algunas se dan en América y en Asia. Todas ellas tienen tallos carnosos y en algunos casos producen hojas cada año, pero suelen caer pronto. En muchas especies son pequeñas o incluso están ausentes.

 crasulacéas:        

          Casi todas las plantas de esta familia poseen alguna adaptación a la sequía y un cierto número de ellas son originarias de las zonas desérticas. Se las encuentra ampliamente distribuidas por todo el planeta, pero principalmente en las regiones áridas y también en zonas alpinas.

Poseen hojas suculentas dispuestas en roseta a lo largo de los tallos. Sus flores son simétricas y están agrupadas en inflorescencias de tipo cincinio.

Sus necesidades nutritivas en cuanto a suelo, temperatura y riego varían mucho según el hábitat original de cada especie. Una característica de esta familia es la facilidad que muchas de sus especies poseen en cuanto a ser multiplicadas mediante esqueje de hoja.

 Asclepiadáceas:

      Muchas de sus especies se encuentran en África, hallándose el resto distribuido en Arabia, India, Islas Canarias y otras regiones cálidas del globo.

Existen diferencias de forma entre sus especies, puesto que unas están formadas por pequeños grupos de característicos tallos carnosos y sin hojas, que miden pocos centímetros de longitud, mientras que otras, naturales de zonas más húmedas tienen largos tallos provistos de hojas.

Las flores poseen formas características, estando formadas, a excepción de las Ceropegia, por cinco segmentos estrellados. Las flores de las asclepiadáceas poseen sus cinco estambres agrupados con el estigma formando un conjunto llamado ginostegio que da lugar a un curioso sistema de polinización.

Son plantas sensibles al frío y requieren en suelo poroso, pero con cierto poder de retención de agua, ya que necesitan una cierta humedad constante en la tierra.

 Liliáceas:        

        Esta familia incluye muchos tipos de interesantes plantas suculentas tales como aloes, gasterias y haworthias, todas ellas procedentes de África del Sur. Sus hojas son más o menos alargadas, tienen textura carnosa, no poseen fibras y se disponen en una roseta, algunas veces careciendo de tallo. Las flores están agrupadas en tallos que pueden ser simples o ramificados.

Muchas de estas plantas crecen durante el invierno y deben ser mantenidas algo más secas durante el verano.

Agaváceas:

        Son plantas que en su mayoría alcanzan dimensiones relativamente grandes en diámetro y altura. Poseen hojas largas, más coriáceas que carnosas, muy ornamentales, que en muchas especies llevan aguijones tanto en sus márgenes como en su extremo. En el momento de la floración emiten un tallo floral que puede llegar a medir 8m. de alto. Suelen ser plantas bastante rústicas en cuanto a suelo y temperatura se refiere.

Viven principalmente en México y Suroeste de USA, a excepción de las Sanseviera, cuyo hábitat se encuentra en las zonas tropicales de África y la India.

                 Mesembriantemáceas: 

       Constituye una numerosísima familia cuyas especies son su mayoría africanas y se hallan particularmente extendidas sobre todas las regiones del África austral.

         Existen unas especies con forma de pequeño arbusto con hojas carnosas, mientras que otras poseen un tamaño muy reducido y están  constituidas únicamente por dos hojas muy suculentas. Dentro de este segundo grupo se encuentran plantas que han evolucionado hacia formas miméticas, confundiéndose son el suelo que les rodea, por lo que en ocasiones es dificultoso su hallazgo en un país de origen a no ser que se encuentren en floración.

       Sus flores son muy vistosas y poseen un gran número de pétalos alargados dotados de un acentuado colorido. Sus semillas son de diminuto tamaño. En el caso de algunos Dinteranthus, Drosanthemun, Hydrodea y Lithops, el peso de 1.000 semillas no llega a ser 0,1 gramos. Requieren un suelo muy poroso y un riego en general más moderado que el recomendado para los cactus. El período de reposo varía según de donde los diferentes tipos sean nativos, pues algunas especies viven en lugares donde la época húmeda se da en invierno, mientras que en otros es en verano cuando caen las principales lluvias. 

"Las otras plantas suculentas"

Las "otras plantas suculentas" están englobadas en 49 familias. Entre estos 49 grupos destacan algunos por su popularidad o por el número de especies suculentas que engloban:

Mesembriantemáceas, Agaváceas, Liliáceas, Asclepiadáceas, Crasuláceas y Euforbiáceas.

"Los nombres de las Plantas"

"Los nombres de las Plantas"

Una misma planta es nombrada de una forma diferente en cada país e incluso recibe un nombre distinto en cada región de una misma nación. La planta que en España, se conoce como margarita, los ingleses le llaman "daisy". La hierba de hoja trifoliada que en el País Valenciano se llama "agret" es conocida en otras regiones por nombres tan diferentes como "acederilla", "aleluya", "trébol", "agella", "agrelleta" y "pa de cucul".

Para evitar la confusión que sería creada por toda esta disparidad de nombres, se establecieron unas reglas de nomenclatura para animales y plantas, que fueron adoptadas por los científicos de todo el mundo. La lengua internacional empleada es el latín y de esta forma un español y un inglés pueden llamar Bellis a lo que el primero conoce como margarita y el segundo por daisy.

Hasta mediados del siglo XVIII, para designar una planta, los botánicos escribían en latín una corta descripción de la misma, que podía estar compuesta por diez palabras o incluso más.

Tras las reglas que comenzaron a ser usadas por el naturalista sueco Linneo, las plantas son nombradas con dos palabras. Por ejemplo, el peral recibe el nombre botánico de Pyrus communis L.

Todas las plantas están clasificadas en clases, órdenes, familias, géneros, especies y variedades. De las dos palabras que forman el nombre botánico de una planta, la primera corresponde al género y la segunda a la especie a la cual pertenece.

Como ejemplo diremos que dentro de la familia Rosáceas esta encuadrado el género Prunus, entre cuyas especies se encuentran las siguientes: Prunus spinosa L. (espino negro), Prunus avium L. (Cerezo), Prunus persica L. (melocotonero), Prunus amygalus Stokes (almendro), Prunus domestica L. (ciruelo), Prunus ameniaca L. (albaricoquero), etc..

"Donde viven los Cactus"

"Donde viven los Cactus"

       Las cactáceas se hallan en estado silvestre a lo largo ya ancho de todo el continente americano desde los 53 grados Norte (Estados de Alberta y Columbia Británica, en Canadá) hasta los 50 grados Sur (Tierra de Fuego). Sólo una especie del género Rhipsalis ha sido encontrada fuera del continente americano, pero se supone que realmente no es originaria de los lugares donde ha sido hallada sino que fue introducida allí en estado de semilla mediante los pájaros o posiblemente el hombre.

Algunos tipos de cactus como son las Opuntia han llegado a asilvestrarse en otras partes del mundo, particularmente en las regiones mediterráneas, África y Australia.

Recorriendo de Norte a Sur las zonas americanas donde habitan los cactus pasaríamos por Kansas, estado de Washington y Utah, en Estados Unidos.

La flora cactácea se hace mas frecuente al Sur, en baja California, Arizona, Nuevo México y Texas, donde pueden encontrarse Echinocereus, Echinocactus, Ferocactus, Mammillaria y Opuntia, así como la conocida especie Carnegiea gigantea y otros.

En México los cactus son muy frecuentes, existiendo más de 700 especie en aquel país.

Si seguimos viajando hasta el Mediodía observamos que al llegar a los trópicos, las especies de cactus que se encuentran reducidas a Pereskia, Hylocereus, Epiphyllum, Rhipsalis y otras que viven igualmente epifitas, creciendo sobre los residuos vegetales, que se acumulan en las hendiduras de árboles y rocas en las selvas húmedas y templadas. Brasil y sus regiones vecinas, así como América central y las Antillas son los lugares donde los cactus epifititos se dan más profusamente.

Ya en Sudamérica encontramos asimismo una numerosa flora cactáceas. Muchas especies habitan en el sur de Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina, así como Perú y Chile. en estos dos últimos países se encuentran especies cactáceas a diferentes alturas sobre las laderas de los Andes, existiendo algunos cactus que toleran las extremadas condiciones que allí se dan a 4.000 m. de altura y llegando a tolerar 15 y 20 grados bajo cero.

No siempre se encuentran los cactus sobre suelos pobres; de hecho, un importante grupo de especies habitan en suelos relativamente fértiles e incluso en las praderas de Bolivia y Argentina.

Dada la diversidad de zonas de donde proceden los cactus, las necesidades de estos varían ostensiblemente en cuanto a temperatura, iluminación, riego y suelo.

"La vida de los Cactus"

"La vida de los Cactus"

       Para poder cultivar cactus debe tenerse presente que cada año éstos poseen un período de crecimiento y otro de reposo.

La brotación se produce por regla general durante el mes de marzo o en la primera quincena de abril. El período de crecimiento se extiende desde este momento hasta que, con la llegada del otoño, los cactus comienzan su período anual de reposo.

Otro período de disminución e incluso de detención del crecimiento tiene lugar durante el mes de agosto. La razón de esta parada vegetativa estival radica en que estas plantas requieren una alternancia de temperaturas noche-día para poder crecer, además de tener un intervalo de temperaturas fuera del cual interrumpen su desarrollo. Cuando las temperaturas nocturnas son mayores de 23º C. su crecimiento queda ralentizado.

El nacimiento de sus flores se da desde el principio de primavera con las primeras Mammillaria, siguiendo con las Rebutia, Gymnocalcyum y los demás géneros hasta llegar al otoño con la floración de los cactus más tardíos entre los de tipo desértico.

En invernaderos ubicados en el litoral mediterráneo español pueden verse cactus en flor aún en el mes de noviembre.

Durante el invierno, mientras las especies procedentes de áreas semidesérticas se hallan en plena parada vegetativa, otros tipos de cactus abren sus flores; Zygocactus truncatus, Schlumbergera bridgest y otros epifitos florecen profusamente desde octubre hasta enero.

La duración de la vida de los cactus depende de cada especie en concreto, No obstante, puede decirse en general que se trata de plantas con larga vida y lento crecimiento. En el caso de los cactus gigantes de Arizona (Carnegiea gigantea), existen grandes ejemplares, a los que se atribuye una edad de 200 a 300 años.

"Su resistencia al clima de los desiertos"

"Su resistencia al clima de los desiertos"

      La razón de las extraordinarias formas de las plantas suculentas, así como el porqué de sus tallos y hojas carnosas, residen en las condiciones naturales bajo las que viven estos vegetales. En su hábitat las lluvias que caen anualmente son muy reducidas e incluso en algunas zonas son inexistentes durante varios años. No obstante, las suculentas que son cultivadas de forma más generalizada, proceden de áreas en su mayoría semidesérticas, lo cual significa que padecen una grave sequía durante largos períodos alternando con otros más cortos en los que se dan precipitaciones lluviosas.

      Hace miles de años, los antepasados de las actuales plantas suculentas poseían tallos y hojas prácticamente normales. No obstante, al variar a lo largo de los milenios la climatología de amplias zonas de la tierra, los seres vivos tuvieron que evolucionar hacia estructuras y formas que les permitieran sobrevivir en las nuevas condiciones de medio ambiente que se estaban creando.

     Si tomamos a los cactus como ejemplo de plantas suculentas evolucionadas, podemos observar que han llegado a nuestros días con formas que les hacen capaces de tolerar los extremos termométricos y de sequía a los que están sometidos en sus lugares de origen. Es sabido que la esfera es la figura geométrica que con la mínima superficie engloba a un máximo volumen. 

      Ya que uno de los peligros que tienen las plantas de zonas áridas es la desecación por transpiración de su agua de reserva a través de los poros de la piel (estomas), así como gran número de suculentas de otras familias, traen consigo que la transpiración se reduzca considerablemente.

      Una característica que sólo se aprecia en las plantas suculentas es la posibilidad de asimilación del anhídrido carbónico del aire durante el día, lo cual traería consigo una pérdida de agua. La ausencia de hojas, su dura epidermis, sus relativamente pocos estomas, la especial estructura de éstos, y la cubierta cérea o grasa que muchas especies poseen, hacen de coadyuvantes en orden a una mínima transpiración del agua de reserva.

       Unas especies poseen profundas raíces que exploran las capas del subsuelo donde pueden existir algo de humedad; sin embargo, otras extienden sus raíces de forma muy superficial y, llegado el corto período de lluvias, desarrollan multitud de pelillos absorbentes que captan la mayor cantidad de agua que les es posible. El agua absorbida en la época de lluviosa es rápidamente almacenada en los tejidos esponjosos del cuerpo de la planta, los cuales disponen de una estructura celular especialmente diferenciada. A consecuencia de poseer costillas o tubérculos en la superficie de su cuerpo, permiten contracciones y dilataciones producidas por admisión y pérdida de agua.

Semilla:    

 Su forma y tamaño varía con las especies, aunque por lo general su diámetro no alcanza a medir un milimetro a excepción de las Opuntia y algunos géneros cuya semilla es más grande y posee una cubierta dura. En las semillas de los cactus pueden observarse formas abarquilladas (Astrophytum), redondeadas, ovales, planas (Opuntia), arriñonadas, etc...

Fruto:

      Generalmente son bayas carnosas, como el "higo chumbo" de las Opuntia, aunque en algunos casos son secas (Echinocactus). Otros tipos de plantas cactáceas (Pterocactus) dan origen a cápsulas. 

Flores: 

         Las flores de los cactus son muy atractivas por su forma y colorido a lo que se une un gran tamaño en algunos casos. Como características morfológicas importantes deben consignarse su ovario inferior (el fruto queda por debajo de la flor) y que no existe una clara diferenciación entre las piezas del cáliz y de la corola; ya que tanto unas como otras son coloreadas. Las piezas del periantio pueden estar soldadas entre sí únicamente en su parte basal o bien pueden estar unidas a lo largo de gran parte de su longitud formando lo que llamaremos tubo (Cereus) o dando lugar incluso a flores de forma tubular (Cleistocactus).

Sus colores varían desde el blanco, pasando por el amarillo, verdoso, anaranjado, rosa, rojo, escarlata vivo, púrpura hasta el violeta. Están dotadas de un brillo metálico que las hace sumamente agradables a la vista. El estigma es polilobulado y el ovario se encuentra generalmente cubierto de areolas, brácteas, espinas y pelos. Son regulares o actinomóformicas en muchos casos aunque existen géneros con flores zigomórficas (Zygocactus, Cleistocactus, etc..)

Generalmente son hermaafroditas, o sea que poseen en la misma flor tanto órganos masculinos como femeninos. No obstante, en el caso de Mammillaria dioica y de algunas Opuntia existen ejemplares "macho" y ejemplares "hembra" por poseer sus flores únicamente los estambres o el pistilo.

Areolas: 

      Es un órgano característico de las cactáceas. Al igual que las yemas de plantas y árboles que todos conocemos, dan lugar a hojas, brotes y flores, pero además son el origen de pelos, cerdas, gloquidios y espinas. Su forma es de pequeñas almohadillas a menudo cubiertas de pubescencia y pueden estar situadas a lo largo de las costillas como en el caso de cactus de tipo columnar o algunos de forma globular, o bien sobre los tubérculos de numerosas especies globosas.

     Como hemos dicho, las areolas de los cactus son los órganos homólogos de las yemas de los vegetales superiores. No obstante existen dos formas distintas en la disposición de las areolas en las diferentes especies cactáceas. En la areola existen dos puntos de vegetación; uno que es el origen de flores y brotes y otro que da lugar a las espinas. Estos pueden hallarse juntos en la misma  areola (Cerus, Echinopsis, Opuntia) o también es posible que se encuentren separados, situándose uno sobre el tubérculo (punto de crecimiento de espinas) mientras que el otro queda desplazado hacia la axila del tubérculo, siendo en este punto donde se producen las flores y los brotes. Este desplazamiento se observa en su mayor dimensión en las Mammillaria.

Espinas

      Su forma y colorido son muy variables existiendo especies que prácticamente carecen de éstas (Aztequium, Lophophora). Están producidas por la capa epidérmica del tallo y no conectan con los tejidos leñosos internos. Sus formas son muy diferentes entre las especies de cactus. Pueden verse espinas aciculares, cilíndricas, prismáticas, con forma de lengüeta, su punta puede ser desde muy aguda a casi roma y asimismo pueden ser rectilíneas o incluso ganchudas en su extremo.

Las hay con una superficie lisa, rugosa o estriada y sus colores son muy variables, pudiendo existir desde el blanco hasta el rojo o incluso negro. En algunas especies las espinas se han transformado en pelos de mayor o menor longitud, que dan un atractivo a las plantas que los poseen. La existencia de espinas en los cactus beneficia notablemente a estas plantas, cooperando a su supervivencia frente a los adversos climas donde vegetan en estado silvestre y preservándolas de los daños que muchos animales pudieran ocasionarles.

Los cactus procedentes de zonas expuestas a fuerte insolación están generalmente dotados de una densa y fuerte espinosidad que con su sombra disminuye el efecto del sol sobre el cuerpo de la planta. Las vainas dentadas que cubren las espinas de ciertas Opuntia, así como la existencia de punta ganchuda en muchas Mammillaria son causa de que algún segmento de las primeras o hijuelo de las segundas quede enganchado en el pelo de los animales que puedan rozar alguna de estas plantas, con lo que la naturaleza ayuda a su distribución en otros lugares donde el ambiente pudiera serles más favorable.

Un tipo especial de espina es el que se halla en las areolas de las Opuntia; los gloquidios. Estos son unas pequeñas y finísimas  espinillas que se encuentran agrupadas formando cojincillos y con las que debe tenerse cuidado, puesto que si se clavan en la piel, producen cierto malestar y cuentan bastante trabajo de extraer.

Hojas 

      En las cactáceas éstas sólo son perfectas y permanecen en contadas especies. Generalmente están ausentes o son caedizas y muy rudimentarias, reduciéndose a pequeñas escamas. Únicamente ciertos géneros como Pereskia, Rhodocactus y algunos otros poseen hojas verdaderas.

       Aparte de los diminutos elementos foliares que se dan en algunas especies, existe en el cuerpo de los cactus recuerdos de las hojas verdaderas que poseían sus ancestros: las espinas y los tubérculos. 

        Ha sido demostrado científicamente que las espinas son en realidad porciones del limbo foliar modificado a lo largo de los milenios, mientras que los tubérculos (protuberancias) que existen en muchas especies y sobre los que se sientan en las areolas y espinas, corresponden a bases de hoja.

Raíces: 

         Los cactus poseen de ordinario una raíz principal de forma cónica que se halla muy ramificada dando lugar a un sistema radicular esparcido. En ocasiones poseen una gruesa raíz napiforme (Lodhophora) o incluso pueden tener forma tuberosa (Pterocactus).

"Estructura de los Cactus"

"Estructura de los Cactus"

Cuerpo 

       Varía mucho en su tamaño y forma según la especie de que se trate. Unas llegan a formar grandes árboles, mientras que otras no pasan de medir un centímetro de diámetro y altura. Puede estar constituido por segmentos (cladodios), que son planos en las Nopalea y muchas Opuntia, y cilíndricos en otras especies de este último género. Entre las especies de tipo epifito la forma de sus tallos recuerda a la de una hoja, mientras que los Trichocereus forman columnas más o menos gruesas provistas de abundantes costillas.

Gran número de estas especies son globosas. Entre éstas existen unas dotadas de costillas (Melocactus, Echinocactus, etc..), y otras que tienen su cuerpo cubierto de protuberancias (Mammillaria, Coryphantha, etc..).

Las Cereus alcanzan formas arbóreas a partir de un tronco principal, desde el cual nacen ramificaciones en las que cada 30-50 cm. se aprecia una constricción en su diámetro que corresponde a un período de reposo invernal entre dos estaciones de crecimiento.

No todos los cactus emiten ramificaciones; algunas especies se resisten a hacerlo, permaneciendo solitario su cuerpo durante toda su vida. No obstante, muchas otras especies emiten ramas a partir de un tronco (Cereus, Mashallicereus, etc..), o bien desde la base del tallo inicial (Trichocereus), pudiendo crecer en forma erecta, inclinada o incluso postrada.

A otros tipos de cactus les nacen hijuelos o retoños que pueden ser separados del tallo madre (Echinopsis, Mammillaria).

"Los Cactus y las otras plantas suculentas"

"Los Cactus y las otras plantas suculentas"

      Se conoce por planta suculenta o crasa aquella que, por vivir en zonas muy áridas, posee tejidos carnosos y muy ricos en agua que constituyen una reserva hídrica para los largos períodos de sequía que estas plantas sufren en su hábitat.

      Pueden encontrarse plantas suculentas en estado silvestre en cualesquiera de los cinco continentes, aunque no todas ellas son cactus.

      En Sudáfrica viven ciertos tipos de plantas carnosas como pueden ser los Lithops, Conophytum o Pleiospilos, que pertenecen a la familia de las Mesembriantemáceas y son relativamente frecuentes en aquellas latitudes.

      Otras plantas suculentas africanas son los Aloe, algunas de cuyas especies fueron introducidas en España y se ven florecer durante el invierno en nuestros jardines. Los Aloe pertenecen a la familia Liliáceas.

      Otro grupo de plantas carnosas, son, por ejemplo, Mammillaria, Echinocactus y Cereus, los cuales pertenecen a otra familia botánica; están clasificadas dentro de la familia cactáceas.

      Sólo son cactus las plantas pertenecientes a la familia cactáeas.