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"transplante"

"transplante"

        Síntomas como son falta de crecimiento, mal color de la planta, raíces saliendo por el agujero de drenaje o simplemente un tamaño desproporcionado entre planta y maceta, indican que se hace necesario el trasplante a otro tiesto.

El mejor momento para llevar a cabo esta operación el el mes de abril una vez han comenzado a brotar las plantas, aunque pueda realizarse también durante el resto de la primavera y todo el verano. Si existe una causa que haga necesario cambiar de maceta a un ejemplar durante el invierno, puede hacerse el trasplante en dicha estación pero tomando precauciones mucho mayores respecto al riego y teniendo en cuenta, que de ordinario, las plantas transplantadas durante el invierno sufren un mayor o menor retraso en la brotación de primavera. 

La maceta adecuada para los cactus debe tener un tamaño que permita a sus raíces una holgura suficiente para dos años. Aunque indiscutiblemente una maceta con gran volumen de tierra sería ideal para el desarrollo de raíces y tendría la ventaja de retener la humedad durante más tiempo, podrían crearse problemas de espacio si se hallan situadas en la ventana, terraza o invernadero.

La elección de macetas de arcilla o de plástico será resuelta a tenor de la experiencia que el cultivo de suculentas tenga quien las vaya a usar. A consecuencia de la porosidad de las macetas de arcilla existe una evaporación a través de las paredes, lo cual disminuye el peligro de los excesos de agua que podrían provocar la pudrición de la planta.

Una vez desenmacetada la planta que va a ser objeto del transplante debe eliminarse la antigua tierra que rodea a sus raíces; poniendo atención a la posible existencia de unas masas algodonosas sobre la raíz, lo cual indicaría la presencia de la "cochinilla algodonosa de raíz" (Rhizoecus cacticans) y se haría necesario sumergir todo el sistema radicular en una solución de insecticida durante varios minutos. A este efecto puede usarse Diazinón desl 51,5% de riqueza o Fenitrothion con el 50% a dosis de 1,5 c.c. por litro y 2 c.c. por litro, respectivamente.

Sobre el agujero de drenaje del fondo de la nueva maceta debe colocarse un trozo de tiesto con el lado convexo hacia arriba, disponiendo encima de éste una capa de 2 cm. de gravilla gruesa que favorezca la evacuación del exceso de agua. A continuación se aporta una capa de tierra preparada y se suspende la planta con una mano, de forma que las raíces queden algo colgantes y bien extendidas en profundidad y anchura mientras con la otra mano se va añadiendo tierra hasta que el sistema radicular quede cubierto. Sobre la tierra se añadirá una capa de 1 cm. de espesor constituida por gravilla de río o bien tipo volcánico cuyos elementos midan 4-6 mm. de diámetro.

La función de esta gravilla es importante en el cultivo de los cactus, puesto que disminuye la evaporización de la humedad de la tierra de la maceta e impide la formación de una capa superficial endurecida y poco permeable al aire. Otra circunstancia que justifica el empleo de gravilla sobre la tierra de los cactus radica en el hecho de que no existe absorción de agua en la parte superior del sistema radicular ni en la unión de la raíz principal con el cuerpo de la planta. Así pues no conviene que estas zonas no absorbentes estén en contacto directo con la humedad del suelo, ya que esta humedad puede ayudar en muchas ocasiones a la pudrición de la planta.

Una vez efectuado el transplante y en el caso de que éste se halla realizado en primavera o verano, se mantendrá el suelo sin regar durante 3-6 días para dejar que cicatricen las heridas que se hayan producido a las raíces durante la operación, manteniendo la maceta durante este período al abrigo de los rayos del sol. Tras ese compás de espera podrán darse, con prudencia, los primeros riegos para poder regar a continuación con normalidad.

"Riego"

"Riego"

       Dentro de la familia de los cactus existen grandes diferencias entre las necesidades de riego de unas y otras especies dependiendo del área de la cual proceden. En cualquier caso, salvo que se trate de especies epífitas, el riego debe llevarse a cabo con moderaciones pero sin llegarse a pensar que por ser plantas de desierto no necesitan agua en absoluto.

Aunque realmente toleran largos períodos con ausencia de lluvias o irrigaciones, estas plantas agradecen un aporte de agua al suelo de forma periódica durante toda la temporada de crecimiento. Al leer las diversas páginas dedicadas a diferentes especies de cactus y otras suculentas, podemos encontrar la expresión "riego mediano". Llamamos por este nombre a la sistemática de riego (frecuencia y dosis) que satisface a la mayoría de los cactus y otras plantas suculentas . Otras especies poseen unas necesidades especiales. Por ejemplo un Pyrrhocactus umadeave, regado como una especie de necesidades medias se pudriría rápidamente, ya que esta planta requiere muchísimo menos riego que la media de los cactus. Sin embargo, los cactus de tipo epífitico prefieren una humedad constante en el suelo durante todo el año.

Es muy difícil dar un calendario de riego para los cactus cultivados en maceta, ya que la frecuencia de riego depende del tipo de suelo empleado y su capacidad de retención del agua, así como la temperatura y humedad ambiente de cada zona. No obstante, si se usa nuestro compuesto standard, y para un clima como de del Levante español, pueden servir de orientación las normas que se dan a continuación, debiéndose adaptar a las circunstancias especiales de cada caso.

A principio de primavera, cuando va desapareciendo el riesgo de heladas y se observa que la planta comienza a brotar, es el momento de regar con cierta frecuencia (una vez cada 10-12 días) y se irá aumentando la frecuencia de los riegos, de forma progresiva hasta llegar a los meses más cálidos, en los que se regará cada 4-8 días según zonas. A partir del 30 de septiembre se comenzará a reducir la intensidad del riego, realizándose cada 8-10 días y espaciándolo cada vez más con el fin de ir haciendo entrar en reposo a las plantas, hasta llegar prácticamente a suprimirlos durante diciembre-enero o, como mucho, dar un riego suave cada 20-40 días en el periodo más frío.

Debe tenerse en cuenta que con temperaturas inferiores a 10º C. no deben regarse los cactus, puesto que el riego de pudrición sería grave. No está de más hacer una observación que vemos incumplida con cierta frecuencia; más vale un buen riego que humedezca todo el volumen del suelo en la maceta que diez humedecimientos superficiales que no alcanzan a los pelos absorbentes de la raíz.

Otro consejo práctico es el de que, para evitar excesos, se deje prácticamente seca la tierra entre cada dos riegos.Salvo las especies con pelo, los cactus y las otras plantas suculentas agradecen que se les de una pulverización con agua de vez en cuando.

Las horas más favorables para el riego son:

      -Final de primavera, y verano: últimas horas de la tarde.

      -Principio de primavera, otoño e invierno: primeras horas de la mañana.

"Suelo y abono"

"Suelo y abono"

       Aunque los cactus son plantas a las que la Naturaleza ha facultado para soportar suelos de notable pobreza, agradecen que sean cultivados en una tierra más nutritiva de la que se encuentra en sus países de origen, mostrando a cambio un vigoroso crecimiento, unas fuertes espinas y una espectacular floración. Si el lector ha tenido ocasión de hojear revistas o libros escritos para los aficionados al cultivo de los cactus habrá podido observar la gran cantidad de fórmulas que para el suelo de cultivo de cactus son recomendadas, llevando muchas veces en su composición algunos elementos que son de muy difícil adquisición.

Basándonos en nuestra propia experiencia obtenida en el cultivo y la investigación cactológica, recomendamos una fácil solución de probado éxito para componer un suelo adecuado para esas plantas como expondremos más tarde. Dentro de la familia de las cactáceas, así como entre las plantas suculentas pertenecientes a otras familias botánicas de las que más tarde nos ocuparemos, existe una diversidad de necesidades en cuanto a riqueza de suelo. No obstante, después de haberlas visto vegetar sobre distintos tipos de substratos se saca en conclusión que puede establecerse un tipo de tierra adecuado para la mayoría acondicionándolo convenientemente en los casos de especies con necesidades más estrictas.

El suelo de aplicación general vamos a denominarlo "compuesto standard". Debe reunir las condiciones que son esenciales para una tierra de cactus; porosidad, moderada riqueza, mediana retención de la humedad y reacción algo ácida. Varios tipos de fórmulas podrían ser dadas si nos guiamos por las condiciones antedichas, pero la que por experiencia nos parece más conveniente está compuesta de mantillo de hojas y arena gruesa en volúmenes iguales. Los elementos nutritivos, la capacidad de retención de agua y la acidez serán proporcionados por el mantillo de  hojas.

Este mantillo debe estar muy hecho, de tal suerte que ya no puedan apreciarse hojas sin descomponer. Los mantillos procedentes de hojas de tilo, arce, castaño de Indias y fresno son muy recomendables. Para su empleo deberá ser pasado por un tamiz de malla 3-4 mm.

La porosidad será proporcionada por arena de tipo siliceo, bien lavada y cuyo grano mida 0,7-2 mm- de diámetro. No debe usarse arena del mar ni la que se usa en construcción, dado el contenido salino de la primera y el peligro de apelmazamiento que trae consigo la segunda por ser demasiado fina. En el caso de no poder conseguirse un buen mantillo podría recurrirse a su sustitución por turba. La elección de este material debe hacerse con cuidado; debe ser del tipo sphagnum, el cual posee una textura fibrosa y un color amarillo, pajizo o marrón claro, debiendo asimismo carecer de sales. Dado que este tipo de turba posee un pH cercano a 4, deberá neutralizarse con carbonato cálcico o dolomita hasta pH6. Esta variación respecto a la primera fórmula implica un suelo prácticamente inerte por lo que se requieren frecuentes abonados en el riego. Otra solución para el caso de no ser posible la adquisición del mantillo de hojas, consiste en recurrir a la utilización de una tercera fórmula para aplicación general y de tan buenos resultados como la primera.

Esta tercera formulación para el "compuesto standard" consiste en la mezcla de turba de sphagnum (muy fácil de encontrar en las florísterias, "garden center" y otros establecimientos de horticultura), tierra ligera de jardín (que no se apelmace al cogerla con la mano) y arena en volúmenes iguales. Hacemos hincapié en que la tierra de jardín no debe ser arcillosa sino que, al contrario, debe tener una textura suelta para que, junto con los otros dos componentes, proporcione un fácil acceso del aire hasta las raíces. Ademñas de las numerosas especies que vegetan perfectamente en cualesquiera de las tres fórmulas del "compuesto standar", existen otras que requieren un suelo más poroso y drenado o bien necesitan un mayor contenido en materia orgánica. El ajuste de estas mezclas especiales queda muy fácilmente resuelto añadiendo un porcentaje en volumen de arena en el primer caso y mantillo de hojas o turba para las especies del segundo tipo. 

La fertilización del compuesto standard se llevará a cabo añadiendo un abono que contenga 12% de nitrógeno, 20% de anhídrido fosfórico y 30% de potasa. La dosis adecuada será de 100 grs., por 100 litros de compuesto en el caso de la primera fórmula; 150 grs. por 100 litros en la segunda, y 12o grs. por 100 litros en la tercera.

Si el fertilizante usado tiene una riqueza baja o nula en magnesio, hierro, cinc, manganeso y otros elementos menores. debe adicionarse un producto comercial que las contenga. La aplicación de este preparado debe llevarse a cabo mediante su disolución en agua a la dosis recomendada por el fabricante y rociando la solución sobre el montón de compuesto, volteándolo a continuación hasta lograr una mezcla homogénea. Los fertilizantes con alta proporción de nitrógeno deben ser evitados, que que causan en las plantas suculentas la creación de tejidos muy débiles y acuosos, así como la disminución del número de flores producidas e incluso su aparición. Durante le primavera y verano, pueden ser convenientes algunos riegos fertilizantes, sobre todo si se trata de plantas que están más de un año en la misma maceta.

Se usará a este efecto un suelo soluble que contenga un 10-15 % de nitrógeno (los de menos proporción en este elemento serán dedicados a pequeñas plantas globulares muy floríferas, como Mammillaria, Notocactus, Rebutia, etc.., y los de mayor contenido servirán para Opuntia, así como cactus y otras suculentas columnares con crecimiento rápido, del tipo Cereus, Trichocereus, Marginatocereus, Euphorbia, etc..); 20% de anhídrido fosfórico, y 30% de potasa, además de lo cual debe tener una cierta riqueza en micro  elementos. La dosis más adecuada es de 1,5-2 gr. por litro de agua.

A los interesados en el cultivo hidropónico les interesará saber que este es aplicable a los cactus. El substrato a utilizar puede ser arena, vermiculita o gravilla volcánica y como abono a disolver en agua puede utilizarse con garantía uno de fórmula análoga a la mencionada para los riegos fertilizantes.

Temperatura, ilumnicación y Ventilación

Temperatura, ilumnicación y Ventilación

      Hemos visto anteriormente que las zonas de América donde las cactáceas viven silvestres  son muy dispares. A tenor de esta disparidad de zonas se comprende fácilmente que las respectivas climatologías poseen asimismo características diferentes. Por regla general los cactus toleran altas temperaturas, pudiendo resistir hasta 45º C. e incluso más si la intensidad de la luz solar, la humedad del suelo y la ventilación son las más adecuadas.

      Existen especies que llegan a soportar increíbles extremos, Como ejemplo podemos citar que unos estudios llevados a cabo acerca de la vida de los cactus en el desierto llegaron a medirse 60ª C. en el cuerpo de una planta de Opuntia, sin que tal temperatura hubiera producido daño en aquélla planta. Atendiendo ahora el mínimo termométrico tolerado por los cactus debe decirse que mientras algunas especies pueden soportar incluso -20ª c., los del tipo epifitito requieren temperaturas por encima de 8º C. Durante el invierno, los cactus no deben estar en habitaciones muy caldeadas, puesto que los 18º , 20ª e incluso 24º C. a que suele estar el ambiente de muchos lugares con calefacción evitarían que se produjera el reposo invernal que es imprescindible para estas plantas. Por el contrario, un ambiente fresco, a unos 10º C. como media entre el día y la noche, durante los meses fríos, guardando un mínimo de seguridad de 5-7º C., es lo más conveniente para la mayoría de los cactus. Para que estas plantas puedan soportar el ambiente frío del invierno, la humedad relativa del aire debe ser cuanto más baja mejor, y que en el mismo sentido, deberá restringirse el riego tanto más cuanto menores sean las temperaturas.

        En las zonas litorales del Levante y Sur de la Península Ibérica, Islas Baleares, así como en otros lugares de las riberas del Mediterráneo (Riviera, Mónaco, etc..) gran parte de las especies de cactus pueden ser mantenidas perfectamente  durante el invierno en terrazas y patios soleados y abrigados o, del mismo modo, plantados en el suelo del jardín, logrando así magníficos efectos ornamentales y un crecimiento más vigoroso que el que puede lograrse mediante el cultivo en maceta.

        No podemos decir lo mismo para las zonas con clima continental, tanto en España como en otros países. En esas áreas más frías debe tenerse en cuenta de forma más estricta la temperatura mínima soportada por cada especie. No obstante, tras la lectura de las páginas de este libro dedicadas a las características y cultivo de diferentes especies, podrá observarse que un número de especies de cactáceas, mayor  del que se supone, podrían vivir en zonas frías y secas.

        En los consejos que damos a continuación para el cuidado de cada una de las especies, el lector podrá observar que hablamos de "mínimo de seguridad". Este concepto debe entenderse como una temperatura mínima a la cual puede ser sometida una especie con seguridad de que no va a sufrir daño; pero aunque dicha especie fuera capaz de soportar fríos algo mayores, esta resistencia dependerá de la edad del ejemplar, su estado sanitario, su vigor y otros factores entre los cuales destaca la humedad del ambiente y del suelo.

       Algunas especies que en España pueden soportar mínimos de 3º C. durante varias horas, en países como Inglaterra, sufren daños con esa misma temperatura, ya que la humedad ambiente es notablemente superior durante el invierno, por lo que el mínimo a recomendar para aquellos países debe ser varios grados más alto.

        Durante el reposo invernal se produce el endurecimiento de las partes de la planta que nacieron en la primavera y verano anteriores. Muchas especies producen sus flores sobre estas partes que se desarrollan en el período vegetativo previo. Estos tejidos endurecidos progresivamente desde el otoño son capaces de tolerar el frío con cierta rusticidad, circunstancia que no se da si la planta no ha sido inducida a la detención del crecimiento mediante la reducción paulatina de los riegos, la ausencia de abonado y la exposición a temperaturas cada vez menores.

        Otra circunstancia muy importante en el cuidado de los cactus es su necesidad en iluminación, Un error que se comete con relativa frecuencia consiste en suponer que todos los cactus resisten intensas insolaciones, Frente a esta idea debemos dejar claro que muchas especies cactáceas viven entre matorrales, arbustos y rocas que tamizan los rayos solares. De las muchas semillas que se encuentran en los frutos de los cactus, sólo un número muy reducido de ellas dan lugar en su hábitat a plantas que puedan alcanzar el tamaño adulto. La razón estriba en que no todas las semillas caen en lugares sombreados y, por tanto, cuando llegan las cortas lluvias y se produce su germinación, las pequeñas plántulas son rápidamente colapsadas por la intensidad de los rayos solares, a excepción de aquellas que cayeron al amparo de rocas o matojos, siendo éstas las únicas que prosperan y dan lugar a plantas que siguen creciendo bajo un ligero sombreado durante todo su estado juvenil e incluso en muchas especies, a lo largo de toda su vida.

       Como norma práctica a seguir puede decirse que las especies provistas de pelos, espinas muy fuertes o densa y cerra da espinosidad requieren pleno sol, el cual ayuda a la formación y colorido de las pinchas y pelos. Por el contrario, las especies con pocas espinas requieren un cierto sombreado. En cualquier caso, se trate del primer tipo o del segundo, el lugar donde estén situados los cactus debe estar muy iluminado. Al llegar a este punto debe puntualizarse que la iluminación intensa y el sol directo son cosas diferentes. En el caso de no disfrutar de suficiente iluminación, su crecimiento es débil y ahilado, tomando un color desvaído y haciéndose sumamente sensibles a las enfermedades parasitarias.

         En España y países con el mismo grado de insolación, si se sitúa los cactus en la zona soleada de la terraza o jardín, al abrigo del follaje ligero de alguna de las plantas ornamentales que allí existan, el ligero sombreado así producido será ideal para la mayoría de las especies. En el caso de que la intensidad de los rayos solares sea excesiva se observa un color rojizo en la planta, Este síntoma, cuando comienza a percibirse, será la señal que indique la conveniencia de un cambio de lugar para ese ejemplar.

        Como final de estos comentarios sobre la iluminación requerida por los cactus, diremos que estas plantas pueden ser cultivadas utilizando como única fuente de luz los tubos fluorescentes o lámparas de tipo hortícola.

        Otro aspecto a tener en cuenta a la hora de cultivar cactus es la ventilación. Lo más conveniente para las cactáceas sería, si la temperatura lo permitiese, crecer al aire libre en un ambiente de poca humedad relativa. Esto es utópico en los inviernos de ciertas regiones de nuestro país, así como en muchas zonas con inviernos crudos, por lo que durante los meses fríos se protege a las plantas situándolas en la base inferior de una ventana orientada al sur, en una habitación donde la temperatura nocturna no ascienda de 10-12º c. Incluso en estos casos, las plantas deben airearse abriendo la ventana durante un buen rato durante la mañana o al mediodía, mientras que la temperatura exterior no sea inferior a 10º C.

 Bacterias:

        Algunas de las enfermedades que se dan en los cactus, así como en otras suculentas, son causadas por bacterias. Las heridas suelen ser caminos de penetración que estos seres microscópicos emplean para entrar en las plantas. Una vez ha comenzado la invasión de la planta, los tejidos de ésta van desorganizándose por causa de la bacteria, produciéndose la pudrición del ejemplar. En otros casos originan manchas, póstulas, pudrición de raíces o tumoraciones.

Tratamiento: Estreptomicina.

 Manchado de la hoja:

          El hongo Stemphylium bolicki Sob., ataca a Echeveria, Kalanchoe y Sedum originando manchas en las hojas y ocasionalmente también en pétalos y frutos. Las lesiones iniciales en manchas irregulares que se acercan a la forma circular, tienen un color pardusco con márgenes rojizos. Miden generalmente 0,5 a 2 mm. de diámetro, aunque pueden llegar a medir 15 mm. Sólo afecta a los tejidos superficiales.

Tratamiento: Maneb.

 Helminthosporfosis:

          Es una de las enfermedades más peligrosas para los viveros puesto que sus efectos se dejan sentir en plantas menores de dos años. El parásito que produce esta enfermedad es el Helminthosporium  cactivorum, el cual puede penetrar en las jóvenes plantas a través de la epidermis, realizándose este proceso en unas 48 horas. En ejemplares algo más endurecidos, la infección puede tener lugar a través de los estomas o heridas ocasionadas en el tallo o en el cuello de la planta, siendo más rápida la infección de esta última forma.

Los síntomas se manifiestan inicialmente por una coloración amarilla, más evidente cuando el ataque se da en la zona apical. La planta puede pudrirse en el período de una semana, tomando una coloración marrón oscuro.

Tratamiento: Captan, cada 10 días.

 Podredumbre gris del cuello:

          Está producida por el hongo Botrytis cinerea PERS. el cual produce una gran cantidad de esporas que le permiten multiplicarse con gran intensidad. Produce en los tejidos una decoloración, haciéndose viscosa su textura. La podredumbre se desarrolla a través de los tejidos en dirección a la zona medular. La temperatura óptima para su desarrollo está entre 15 y 20ºC.

Tratamiento: Folpet, Benomillo, Captan o Diclofuanida

 

Fusariosis: 

          Existen una serie de afecciones criptogámicas causadas en los cactus por diversas especies del género Fusarium. Estas son: F. oxisporum Schl., F. Moniforme Sheld. F. cactacearum Pasin et Buzz, F. Cacti-maxoni Pasin et Buzz, F. axysporum var. opintiarum, Pet. F. solani y F. roseum Link. 

          Diversos tipos de síntomas están relacionados con la infección producida por estos agentes. En unos casos, la penetración se realiza por las raíces, alcanzando los vasos de savia y produciéndose la invasión de toda la planta. En otras ocasiones, la afección se pone de manifiesto mediante una suave y negra putrefacción que comienza por la zona apical de las plantas. También se han observado manchas de color marrón obscuro o negro marginadas de amarillo que persisten en forma de necrosis secas de propagación lenta.

          Con algunos Fusarium virulentos el total decaimiento de las plantas jóvenes puede producirse en 2 ó 3 días. Otro tipo de fusariosis es la que produce manchas ovales o redondas, de color rojizo con borde amarillento y teniendo su interior seco.

          Tratamiento: TMTD u Oxicloruro de cobre con Zineb.

 Podredumbre humeda:

        Está causada por el hongo Phytophthora cactorum Schr. Sus efectos consisten en podredumbre de cuello y raíces que comienzan apreciándose al exterior como una decoloración de la planta unida a un ablandamiento de los tejidos interiores. Las plantas van tomando un color amarillento o pardo. Los tejidos afectados llegan a ser viscosos, acuosos y de color que varia del marrón al negro.

      Tratamiento: Oxicloruro de cobre con Zineb; Captan. Puede ser prevenida utilizando una tierra bien preparada y desinfectada, no excederse en el riego, cuidando que exista una buena ventilación y tratando con los fingicidas aconsejados. Cuando una planta presente un comienzo de pudrición en cuello o raíces, la solución más segura es cortarla por arriba del lugar infectado, con un cuchillo limpio y dejando secar la herida para posteriormente dar a la planta operada el mismo tratamiento que a un esqueje por enraizar.

 Pobredumbre de los semilleros:

       Los agentes que la causan son, con frecuencia, las siguientes especies de hongos: Pythium de Baryanum Hrddr, Phytium ulitmum Trow, Rhizoctonia solani Kuhn y determinadas del género Phytophithora. Sus daños se dejan sentir en las plántulas de los semilleros e incluso atacan al embrión de la semilla antes que ésta sea sembrada. 

Cuando una plantita es infectada en un punto de su cuerpo surge allí una mancha de color algo oscuro tornándose más acuosos los tejidos de dicha zona. El resto de la planta es invadida con rapidez, muriendo muy poco después. A su vez, la enfermedad se extiende con rapidez por toda la superficie del semillero, causando una grave mortandad. La infección puede comenzar en las raicillas y progresar hacia el cuerpo de la planta.

Tratamiento: Oxiquinoleato de cobre, Benomillo y Captan alternados. Pulverizar intensamente cada 7-10 días, sobre todo aprovechando días nublados y frescos. Procurar la suficiente aireación al semillero y utilizar para siembra un substrato que haya sido esterilizado.

Caracoles y babosas:  

Atacan frecuentemente a los cactus produciendo heridas que deforman gravemente a la planta.

Tratamiento: esparciendo un granulado a base de Metal-dehido a la caída de la tarde y teniendo el suelo húmedo.

 Rosquilla Negra:

        Este es el nombre común que recibe la Sodoptera littoralis Boix, especie de mariposilla cuyas orugas poseen un color gris, miden 3 a 5 cm. de longitud y se arrollan sobre sí mismas, por lo que reciben el nombre de rosquilla. Sus daños se dejan ver en las partes jóvenes y tiernas de los cactus y otras suculentas, así como en los ejemplares de menos edad.

Tratamiento: Los cebos envenenados dan un excelente resultado en el combate de esas orugas. Se preparan a base de salvado humedecido al que se le añade Sevin a razón de 5 Kg. de insecticida por 100 Kg. de salvado.

Nematodos:

     La Hetrodera cacti y algunos otros nematodos causan frecuentes daños en cultivos y jardines de cactus. Los síntomas que aparecen en la parte aérea de las plantas atacadas son análogos a los descritos en el caso de la "cochinilla algodonosa de raíz".

Su tamaño es microscópico; viven parasitando a la raíz de la planta y causando la aparición de nudosidades en las partes atacadas.

Tratamiento: En el caso de macetas empleadas como ornamento conviene desplantar el ejemplar enfermo y cortar casi todas las raíces, dejando transcurrir varios días para que cicatricen las heridas antes de plantarlo en un tierra a poder ser desinfectada. En los viveros puede recurrirse al empleo del vapor, DD o Nemagón para desinfección del suelo a usar o pueden utilizarse otros productos que también han sido utilizados con éxito como son Danasit, Fenamitos o Aldicarbe. Todos estos productos deben ser manejados con precaución y atendiendo a las recomendaciones del fabricante.

 Pulgones:

       Muchas especies de pulgones pueden atacar a los brotes tiernos de muchas plantas suculentas, chupando su savia y provocando con sus picaduras el que las hojas crezcan abelladas.

Tratamiento: Fenitrotión.

 Mosca blanca:

        Es muy frecuente observar unas pequeñas "moscas" de color blanco y forma casi triangular posadas sobre el envés de las hojas de Euphorbia, Senecio y otras plantas suculentas. Realmente no son un tipo de mosca, sino que se trata de insectos aleiródidos. La especia más frecuente en estas plantas es Trialeurodes vaporarium West, o "mosca blanca de los invernaderos, aunque otras especies de este tipo pueden causar daños igualmente. A la hora de hacer la puesta, la hembra de Tialeurodes clava su pico en  el envés de la hoja y gira alrededor de dicho estilete poniendo los huevos en círculo. Las larvas viven fijas en la hoja succionando sus jugos y segregan una melaza que suele infectarse con el hongo de la "negrilla", afeándose notablemente la apariencia de la planta y decayendo esta a consecuencia del efecto de las picaduras.

Tratamiento: Diazinón o Malathión en pulverización. Fumigaciones con Sulfotepp.

 Arañuela:

       Se da sobretodo en las plantas  cultivadas en invernadero. Las especies más frecuentes son Tetranychus telarius y T. urticae Koch aunque algunas otras también causan problemas en los cultivos de cactus. Es un pequeño ácaro de color rojo o pardo rojizo. apenas distinguible a simple vista. Ataca a la epidermis de las plantas produciendo unas manchas más o menos grandes y de apariencia cenicienta , amarillenta o blanquecina. Le favorece la sequedad del ambiente.

Tratamiento: Fenitrotión, Dimetoato, Kelthane, sulfato de nicotina. Háganse tres pulverizaciones con intervalos de 15 días. Fumigación con Sulfotepp. Frecuentes pulverizaciones de agua son asimismo un buen medio de lucha contra esta plaga.

"Plagas y enfermedades"

"Plagas y enfermedades"

Cochinilla algodonosa de raíz:

         Especies como Rhizoecus cacticans Hambi, R. falcifer Kanck, Spilococcus cactearum Mc Kenzie y otras, has sido observadas sobre las raíces de los cactus y otras grasas. Son pequeños insectos de color claro que viven sobre las raíces de las plantas succionando sus jugos, lo cual trae consigo la destrucción del sistema radicular. Su existencia se descubre al observar en las raíces o sus cercanías unas masas algodonosas que son segregadas por estos insectos, pudiendose ver al microscopio las puestas de huevo en el interior de dichas masas blancas. Cuando un cactus se resiste a brotar en primavera mientras que los otros ya han empezado a crecer, debe sospecharse la presencia de esta plaga.

      Tratamiento: Riegos con Diacinón o Fenitrotión. Cuando la plaga está presente conviene desenmacetar la planta, eliminando toda la tierra de la raíz, para sumergir el sistema radicular en una solución insecticida. A continuación se plantará en suelo nuevo espolvoreando Diazinón en gránulos de 2.5% de riqueza sobre la gravilla del fondo de la maceta.

       Se suele tratar de Pseudococcus mammillariae Bouché o Pseudococcus citri Risso, aunque bastantes otras especies de insectos pseudococcinos se encuentran frecuentemente sobre las plantas cactáceas, así como en las otras suculentas. Estas cochinillas son móviles, tienen el cuerpo blanco y están cubiertas por una abundante secreción cerosa con aspecto algodonoso o harinoso.

Cochinillas o caspillas:     

       Varias especies de cochinillas (cóccidos) atacan a los cactus así como a las otras plantas suculentas. Las especies más usuales son Diaspis echinocacti Bouché, Aspidiostus heredae Vallot, Chionaspis evonymí, Saissetia hemisphaerica, etc..

En las plantas atacadas aparecen multitud de pequeños "escudos" blanquecinos, amarillentos o de color tostado, que miden 1-2 mm- de diámetro. Bajo cada uno de los escudos se halla el cuerpo de una hembra o de un macho con su pico clavado en la planta cuyos jugos son así aspirados por el insecto. Las puestas de huevos pueden encontrarse también bajo estos caparazones.

Tratamiento: Fenitrotiñon o Diazinón, repitiendo la aplicación 15 días más tarde. Fumigaciones con Sulfotepp.