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Espinas

      Su forma y colorido son muy variables existiendo especies que prácticamente carecen de éstas (Aztequium, Lophophora). Están producidas por la capa epidérmica del tallo y no conectan con los tejidos leñosos internos. Sus formas son muy diferentes entre las especies de cactus. Pueden verse espinas aciculares, cilíndricas, prismáticas, con forma de lengüeta, su punta puede ser desde muy aguda a casi roma y asimismo pueden ser rectilíneas o incluso ganchudas en su extremo.

Las hay con una superficie lisa, rugosa o estriada y sus colores son muy variables, pudiendo existir desde el blanco hasta el rojo o incluso negro. En algunas especies las espinas se han transformado en pelos de mayor o menor longitud, que dan un atractivo a las plantas que los poseen. La existencia de espinas en los cactus beneficia notablemente a estas plantas, cooperando a su supervivencia frente a los adversos climas donde vegetan en estado silvestre y preservándolas de los daños que muchos animales pudieran ocasionarles.

Los cactus procedentes de zonas expuestas a fuerte insolación están generalmente dotados de una densa y fuerte espinosidad que con su sombra disminuye el efecto del sol sobre el cuerpo de la planta. Las vainas dentadas que cubren las espinas de ciertas Opuntia, así como la existencia de punta ganchuda en muchas Mammillaria son causa de que algún segmento de las primeras o hijuelo de las segundas quede enganchado en el pelo de los animales que puedan rozar alguna de estas plantas, con lo que la naturaleza ayuda a su distribución en otros lugares donde el ambiente pudiera serles más favorable.

Un tipo especial de espina es el que se halla en las areolas de las Opuntia; los gloquidios. Estos son unas pequeñas y finísimas  espinillas que se encuentran agrupadas formando cojincillos y con las que debe tenerse cuidado, puesto que si se clavan en la piel, producen cierto malestar y cuentan bastante trabajo de extraer.

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