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"Cuidado de los Cactus"

"Injerto"

"Injerto"           El injerto de un cactus sobre otro no tiene especial problema si se tienen en cuenta algunas normas operatorias. El portainjertos a utilizar debe ser vigoroso y tener un período de reposo simultáneo con el de la especie injertada, a excepción de los que se usen para ejemplares variegados (por ejemplo, Gymnicalcyum minanovichi, forma "Hibotan"), ya que por carecer de clorofila, conviene proporcionarles un portainjertos seiepifito (Hylocereus). Especies de Cereus, Trichocereus, Myrtillocactus, Opuntia, Eriocereus, Hylocereus, Rhodocactus e incluso Echinopsis pueden ser usados como portainjertos de cactus, siendo recomendables en especial: Trichocereus pachanoi, Cereus variabilis, Eriocere

El mejor momento para llevar a cabo el injerto es cuando tanto el patrón como la planta a injertar se encuentran en plena vegetación, lo cual se da entre abril y julio, No obstante, esta operación podría realizarse en invierno, mientras que la temperatura mínima fuera 12-15ºC.

Existen varias tecnicas de injertos: a) de caras planas; b) en cuña; c) en cula invertida, y d) en pivote.

Explicamos a continuación la forma operatoria del injerto con caras planas por ser el más frecuente, de más fácil ejecución y mejores resultados.

Supongamos que se trata de insertar una Mammillaria sobre un Trichocereus. En primer lugar cortaríamos el patrón a una altura de unos 6 cm. por encima del suelo dando un corte horizontal y utilizando un cuchillo bien afilado. A continuación daríamos otro corte 1 cm. por debajo del primero, haciéndolo limpiamente, a poder ser de un golpe y debiendo quedar la superficie perfectamente lisa y horizontal. Esta rodaja que hemos producido será conservada en su sitio para evitar la desecación del segundo corte. Los extremos superiores de las costillas del patrón deben ser cortados en bisel, pues de no hacerlo sí nacerían brotes a partir de las areolas más altas, lo cual restaría posibilidades al prendimiento, además de que los brotes nacidos pincharían a la planta injertada. Hecho lo que antecede se procederá a tomar la planta a injertar y a cortar su base, tras lo cual se separa la rodaja que cubría la herida del portainjertos y se coloca allí la planta a injertar. Esta se frota ligeramente sobre la herida del patrón para evitar la formación de burbujas, logrando así un perfecto contacto entre ambas superficiesus e Hylocereus guatemensis.

Para mantener unidos a patrón e injerto durante el período de prendimiento se utilizarán, o bien dos anillos de goma o dos tablillas de madera clavadas perpendicularmente entre sí .      

En el caso de que el injerto tenga un diámetro inferior al del patrón, no deben unirse de forma que sus heridas queden concéntricas sino más bien debe situarse el injerto algo desplazado respecto al centro de la herida del patrón, con lo que los anillos vasculares de uno y otro estarán en contacto. Cuando se trata de injertar cactus de tipo epifito (Zygocactus; Epiphylopsis, etc.), el tipo de injerto a hacer varia sensiblemente con el explicado. En este caso pueden seguirse dos técnicas: la primera consiste en descabezar el patrón, abrir un corte vertical en el centro de la herida producida y, tras haber separado los tejidos superficiales del segmento a injertar, insertar éste en el corte vertical realizado en el patrón.

El segundo método consiste en dar un corte inclinado en el portainjertos y a continuación separar una delgada capa de tejidos e una de las caras del segmento a injertar. Se unen ambas heridas y se procede al atado. 

Las plantas, una vez injertadas, deben situarse en un lugar sombreados y con ambiente algo caliente durante 10-15 días, manteniendo algo de humedad en el suelo de la maceta. Tras este período podrán eliminarse las ataduras del injerto y de una forma progresiva se irá introduciendo a las plantas injertadas en la forma de cultivo general. Después de 3-4 semanas a partir del momento del injerto, las plantas podrán tratarse con normalidad.

Téngase en cuenta que los portainjertos de rápido crecimiento pueden inducir su vigor a la planta injertada, con lo que las características morfológicas de esta podrían quedar más o menos distorsionadas (también mayor al normal, espinas mayores y más numerosas, etc.). El injerto puede también se llevado a cabo en plantas suculentas no cactáceas (géneros Crassula, Kalanchoe, Aoenium, Senecio, así como en las Aselepiadáceas, Euphorbiáceas, etc. ).

"Multiplicación a traves de esquejes e Hijuelos"

"Multiplicación a traves de esquejes e Hijuelos"

        Los cactus, así como las otras plantas suculentas, pueden ser generalmente reproducidas con facilidad mediante esquejes de tallo (cactus de forma columnar, crassulas, kalanchoes, euphobias, Mesembrianthemaceas de tallo delgado, etc.), o bien enraizando algún segmento en el caso de las Opuntia, así como utilizando algún hijuelo separado de la planta madre o, por último, poniendo a enraizar las plantas que, por razones patológicas, hayan perdido sus raíces. De no disponer de calefacción en el suelo o en el ambiente estas operaciones deberán llevarse a cabo a partir de marzo y mejor aún desde mayo hasta finales de agosto.

El compuesto más adecuado para enraizamiento de cactus, así como para las otras crasas, consiste en una mezcla de arena gruesa y turba de Sphagnum en partes iguales. Un detalle esencial para el enraizamiento de esquejes o hijuelos de suculentas en general es que la herida de su base debe estar perfectamente seca en el momento de la plantación. La cicatrización tiene lugar en 1-2 semanas y en el caso de ejemplares grandes puede necesitar un mes e incluso dos. Durante este proceso el esqueje debe estar situado en un lugar templado, sombreado y ventilado. Es asimismo una buena práctica el espolvorear sobre la herida basal una mezcla de un producto fungicida y una hormona de enraizamiento. Siempre interesa que la altura del esqueje sea mayor que la base y en el caso de los cactus de forma columnar se cortará en bisel toda la periferia de la base lo cual provoca una mejor emisión de raíces. Tanto en el caso de los cactus que ramifiquen como en el de las otras suculentas que posean esta característica, el brote que se pretende enraizar no debe ser cortado en su base sino algo más arriba, con lo que se mejora la posibilidad de un buen enraizamiento.

La pieza vegetal a enraizar no debe hundirse en el subtrato más allá de 2-4 cm., e incluso menos en el caso de ejemplares globulares que hayan perdido un sistema radicular. En el momento de plantar el esqueje o hijuelo una vez seca su herida, debe haber una ligera humedad en el substrato, Los futuros riegos serán muy moderados y con la única pretensión de mantener un ligero grado de humedad en el suelo. Tanto menor será la humedad en el suelo cuanto más grueso sea el esqueje. En el caso de especies epífitas (Zygocactus, Shlumbergera, Epicactus, etc.), el substrato debe ser bastante más tuberoso y la humedad requerida es mayor. Además del enraizamiento de esquejes de tallo, así como de ramificaciones de hijuelos, existen otros medios para este tipo de multiplicación vegetativa que se basan en la emisión de raíces a partir de tubérculos (protuberancias en el tallo) de algunas plantas (Leuchtembergia, Dolichotele, Mammillaria, Coryphanta); la aparición de brotes adventicios tanto en las hojas (Kalanchoe) como en los escapos florales (Agave); o la facilidad de enraizamiento y emisión de brotes de las hojas (Crassula, Sedum, Echeveria, Gasteria, etc.).

"Multiplicación a traves de semilla"

"Multiplicación a traves de semilla"

        Para que su resultado sea realmente satisfactorio, la siembra debe llevarse a cabo en invernadero, aunque a nivel de aficionado, puede realizarse en una caja de propagación, las cuales pueden adquirirse en establecimientos de venta de utensilios para horticultura o también usando algunos de los tipos de los que pueden ser construidos por uno mismo. Estas cajas de propagación o "mini-invernaderos" suelen ser fabricados a base de plástico, plancha de hierro galvanizado o madera; poseen una cubierta de cristal y están dotadas de calefacción de fondo mediante la instalación de la clase de cables eléctricos perfectamente aislados que se fabrican a tal efecto. Otra forma de proveer de calefacción a la caja de propagación consiste en crear un doble fondo en ella e instalando bombillas eléctricas que al emitir calor, proporcionan la temperatura adecuada a la tierra existente en el compartimiento superior.

El mejor momento para proceder a la siembra es la segunda quinzena de marzo o la primera de abril, aunque si se dispone de calor de fondo puede realizarse a lo largo de todo el año. La temperatura requerida para la germinación de los cactus y las otras plantas suculentas varía con las especies y oscila entre 21 y 30ª C. La siembra se lleva a cabo en bandejas de poca profundidad (5-6 cm.) y cuyo fondo posea finos agujeros.

Las semillas deben ser desinfectadas con antelación a la siembra mezclando con ellas un fungicida en polvo. Dado el pequeñísimo tamaño que en general poseen estas semillas, debe hacerse la siembra esparciendo estas con sumo cuidado y de forma homogénea sobre la superficie del suelo, la cual habrá sido previamente alisada y humedecida. La dosificación de la semilla conviene que sea a razón de unas 16.000 por metro cuadrado.

El suelo que recomendamos para sembrar está compuesto por 7 pares de turba fina de sphagnum, 2 pares de tierra ligera y 1 parte de arena cuyo grano mida 0,5-1,2 mm. de diámetro. Una vez sembradas, las semillas se presionarán levemente contra el compuesto con la ayuda de una tabla plana, cubriéndose a continuación con arena de río lavada, cuyas partículas midan en torno a 1 mm. de diámetro, formando una fina capa de 1-1,5 mm. de espesor. Es conveniente mantener una cierta humedad constante en el compuesto de siembra. El riego se lleva a cabo introduciendo la bandeja de semillero hasta la mitad de su altura en un recipiente que contenga agua tibia. De esta forma la humedad asciende por el espesor del suelo a través de los agujeros del fondo de la bandeja, dándose por finalizado el riego en el momento en que se observe humedad en la superficie de la tierra.

La germinación tiene lugar a los 7-10 días, aunque en ocasiones este período puede acortarse hasta tan sólo veinticuatro horas o prolongarse durante semanas e incluso meses. En el caso de las siembras hechas en invernadero se puede acelerar la germinación colocando un cristal algo obscurecido o una lámina de plástico translucido sobre la bandeja de semillero. A partir del momento en que la germinación tiene lugar se eliminará la placa de forzado y deberá cuidarse de que el lugar esté sombreado y exista una buena ventilación. Cada 7-10 días deben hacerse pulverizaciones con algún producto fungicida para evitar la proliferación de hongos causantes de pudrición en las plántulas.

Cada 10 días deberá darse un riego en cuya agua se haya disuelto un abono de fórmula 10-20-30 con microelementos, dosificándolo a razón de 1-2 gramos por litro.

Cuando las plantas de tipo globular alcanzan un diámetro de unos 7 mm. y las de otra forma columnar poseen una altura de unos 2,5 cm. serán transplantadas a una bandeja algo más profunda y con un suelo algo menos turboso y más nutritivo, en el que se plantarán a una distancia de 2,5-3,5 cm. entre sí, dependiendo del tamaño de sus cotiledones. Una vez instaladas en su nueva ubicación las pequeñas plantas necesitan una ligera humedad constante en la tierra, así como abonados quincenales efectuados en el riego, no olvidando llevar a cabo algunos tratamientos antiparásitos utilizando productos anticriptogámicos y regando en alguna ocasión con Diazinon o Fenitrothion disueltos en agua para combatir al Rhizoecus, que puede estar atacando a las raíces.

Cuando las plantas llegan a tocarse entre sí habrá llegado el momento de realizar un nuevo transplante, bien a otra bandeja o ya directamente a maceta de 5 cm. de diámetro. Durante el invierno estas plantas no deberían padecer temperaturas menores a 7-8º C.

Un un período comprendido entre 7 y 12 meses, según las especies, se podrán obtener plantas de las que se ofrecen al público en las floristerías y que se suelen vender plantadas en maceta de 5 cm.

"transplante"

"transplante"

        Síntomas como son falta de crecimiento, mal color de la planta, raíces saliendo por el agujero de drenaje o simplemente un tamaño desproporcionado entre planta y maceta, indican que se hace necesario el trasplante a otro tiesto.

El mejor momento para llevar a cabo esta operación el el mes de abril una vez han comenzado a brotar las plantas, aunque pueda realizarse también durante el resto de la primavera y todo el verano. Si existe una causa que haga necesario cambiar de maceta a un ejemplar durante el invierno, puede hacerse el trasplante en dicha estación pero tomando precauciones mucho mayores respecto al riego y teniendo en cuenta, que de ordinario, las plantas transplantadas durante el invierno sufren un mayor o menor retraso en la brotación de primavera. 

La maceta adecuada para los cactus debe tener un tamaño que permita a sus raíces una holgura suficiente para dos años. Aunque indiscutiblemente una maceta con gran volumen de tierra sería ideal para el desarrollo de raíces y tendría la ventaja de retener la humedad durante más tiempo, podrían crearse problemas de espacio si se hallan situadas en la ventana, terraza o invernadero.

La elección de macetas de arcilla o de plástico será resuelta a tenor de la experiencia que el cultivo de suculentas tenga quien las vaya a usar. A consecuencia de la porosidad de las macetas de arcilla existe una evaporación a través de las paredes, lo cual disminuye el peligro de los excesos de agua que podrían provocar la pudrición de la planta.

Una vez desenmacetada la planta que va a ser objeto del transplante debe eliminarse la antigua tierra que rodea a sus raíces; poniendo atención a la posible existencia de unas masas algodonosas sobre la raíz, lo cual indicaría la presencia de la "cochinilla algodonosa de raíz" (Rhizoecus cacticans) y se haría necesario sumergir todo el sistema radicular en una solución de insecticida durante varios minutos. A este efecto puede usarse Diazinón desl 51,5% de riqueza o Fenitrothion con el 50% a dosis de 1,5 c.c. por litro y 2 c.c. por litro, respectivamente.

Sobre el agujero de drenaje del fondo de la nueva maceta debe colocarse un trozo de tiesto con el lado convexo hacia arriba, disponiendo encima de éste una capa de 2 cm. de gravilla gruesa que favorezca la evacuación del exceso de agua. A continuación se aporta una capa de tierra preparada y se suspende la planta con una mano, de forma que las raíces queden algo colgantes y bien extendidas en profundidad y anchura mientras con la otra mano se va añadiendo tierra hasta que el sistema radicular quede cubierto. Sobre la tierra se añadirá una capa de 1 cm. de espesor constituida por gravilla de río o bien tipo volcánico cuyos elementos midan 4-6 mm. de diámetro.

La función de esta gravilla es importante en el cultivo de los cactus, puesto que disminuye la evaporización de la humedad de la tierra de la maceta e impide la formación de una capa superficial endurecida y poco permeable al aire. Otra circunstancia que justifica el empleo de gravilla sobre la tierra de los cactus radica en el hecho de que no existe absorción de agua en la parte superior del sistema radicular ni en la unión de la raíz principal con el cuerpo de la planta. Así pues no conviene que estas zonas no absorbentes estén en contacto directo con la humedad del suelo, ya que esta humedad puede ayudar en muchas ocasiones a la pudrición de la planta.

Una vez efectuado el transplante y en el caso de que éste se halla realizado en primavera o verano, se mantendrá el suelo sin regar durante 3-6 días para dejar que cicatricen las heridas que se hayan producido a las raíces durante la operación, manteniendo la maceta durante este período al abrigo de los rayos del sol. Tras ese compás de espera podrán darse, con prudencia, los primeros riegos para poder regar a continuación con normalidad.

"Riego"

"Riego"

       Dentro de la familia de los cactus existen grandes diferencias entre las necesidades de riego de unas y otras especies dependiendo del área de la cual proceden. En cualquier caso, salvo que se trate de especies epífitas, el riego debe llevarse a cabo con moderaciones pero sin llegarse a pensar que por ser plantas de desierto no necesitan agua en absoluto.

Aunque realmente toleran largos períodos con ausencia de lluvias o irrigaciones, estas plantas agradecen un aporte de agua al suelo de forma periódica durante toda la temporada de crecimiento. Al leer las diversas páginas dedicadas a diferentes especies de cactus y otras suculentas, podemos encontrar la expresión "riego mediano". Llamamos por este nombre a la sistemática de riego (frecuencia y dosis) que satisface a la mayoría de los cactus y otras plantas suculentas . Otras especies poseen unas necesidades especiales. Por ejemplo un Pyrrhocactus umadeave, regado como una especie de necesidades medias se pudriría rápidamente, ya que esta planta requiere muchísimo menos riego que la media de los cactus. Sin embargo, los cactus de tipo epífitico prefieren una humedad constante en el suelo durante todo el año.

Es muy difícil dar un calendario de riego para los cactus cultivados en maceta, ya que la frecuencia de riego depende del tipo de suelo empleado y su capacidad de retención del agua, así como la temperatura y humedad ambiente de cada zona. No obstante, si se usa nuestro compuesto standard, y para un clima como de del Levante español, pueden servir de orientación las normas que se dan a continuación, debiéndose adaptar a las circunstancias especiales de cada caso.

A principio de primavera, cuando va desapareciendo el riesgo de heladas y se observa que la planta comienza a brotar, es el momento de regar con cierta frecuencia (una vez cada 10-12 días) y se irá aumentando la frecuencia de los riegos, de forma progresiva hasta llegar a los meses más cálidos, en los que se regará cada 4-8 días según zonas. A partir del 30 de septiembre se comenzará a reducir la intensidad del riego, realizándose cada 8-10 días y espaciándolo cada vez más con el fin de ir haciendo entrar en reposo a las plantas, hasta llegar prácticamente a suprimirlos durante diciembre-enero o, como mucho, dar un riego suave cada 20-40 días en el periodo más frío.

Debe tenerse en cuenta que con temperaturas inferiores a 10º C. no deben regarse los cactus, puesto que el riego de pudrición sería grave. No está de más hacer una observación que vemos incumplida con cierta frecuencia; más vale un buen riego que humedezca todo el volumen del suelo en la maceta que diez humedecimientos superficiales que no alcanzan a los pelos absorbentes de la raíz.

Otro consejo práctico es el de que, para evitar excesos, se deje prácticamente seca la tierra entre cada dos riegos.Salvo las especies con pelo, los cactus y las otras plantas suculentas agradecen que se les de una pulverización con agua de vez en cuando.

Las horas más favorables para el riego son:

      -Final de primavera, y verano: últimas horas de la tarde.

      -Principio de primavera, otoño e invierno: primeras horas de la mañana.

"Suelo y abono"

"Suelo y abono"

       Aunque los cactus son plantas a las que la Naturaleza ha facultado para soportar suelos de notable pobreza, agradecen que sean cultivados en una tierra más nutritiva de la que se encuentra en sus países de origen, mostrando a cambio un vigoroso crecimiento, unas fuertes espinas y una espectacular floración. Si el lector ha tenido ocasión de hojear revistas o libros escritos para los aficionados al cultivo de los cactus habrá podido observar la gran cantidad de fórmulas que para el suelo de cultivo de cactus son recomendadas, llevando muchas veces en su composición algunos elementos que son de muy difícil adquisición.

Basándonos en nuestra propia experiencia obtenida en el cultivo y la investigación cactológica, recomendamos una fácil solución de probado éxito para componer un suelo adecuado para esas plantas como expondremos más tarde. Dentro de la familia de las cactáceas, así como entre las plantas suculentas pertenecientes a otras familias botánicas de las que más tarde nos ocuparemos, existe una diversidad de necesidades en cuanto a riqueza de suelo. No obstante, después de haberlas visto vegetar sobre distintos tipos de substratos se saca en conclusión que puede establecerse un tipo de tierra adecuado para la mayoría acondicionándolo convenientemente en los casos de especies con necesidades más estrictas.

El suelo de aplicación general vamos a denominarlo "compuesto standard". Debe reunir las condiciones que son esenciales para una tierra de cactus; porosidad, moderada riqueza, mediana retención de la humedad y reacción algo ácida. Varios tipos de fórmulas podrían ser dadas si nos guiamos por las condiciones antedichas, pero la que por experiencia nos parece más conveniente está compuesta de mantillo de hojas y arena gruesa en volúmenes iguales. Los elementos nutritivos, la capacidad de retención de agua y la acidez serán proporcionados por el mantillo de  hojas.

Este mantillo debe estar muy hecho, de tal suerte que ya no puedan apreciarse hojas sin descomponer. Los mantillos procedentes de hojas de tilo, arce, castaño de Indias y fresno son muy recomendables. Para su empleo deberá ser pasado por un tamiz de malla 3-4 mm.

La porosidad será proporcionada por arena de tipo siliceo, bien lavada y cuyo grano mida 0,7-2 mm- de diámetro. No debe usarse arena del mar ni la que se usa en construcción, dado el contenido salino de la primera y el peligro de apelmazamiento que trae consigo la segunda por ser demasiado fina. En el caso de no poder conseguirse un buen mantillo podría recurrirse a su sustitución por turba. La elección de este material debe hacerse con cuidado; debe ser del tipo sphagnum, el cual posee una textura fibrosa y un color amarillo, pajizo o marrón claro, debiendo asimismo carecer de sales. Dado que este tipo de turba posee un pH cercano a 4, deberá neutralizarse con carbonato cálcico o dolomita hasta pH6. Esta variación respecto a la primera fórmula implica un suelo prácticamente inerte por lo que se requieren frecuentes abonados en el riego. Otra solución para el caso de no ser posible la adquisición del mantillo de hojas, consiste en recurrir a la utilización de una tercera fórmula para aplicación general y de tan buenos resultados como la primera.

Esta tercera formulación para el "compuesto standard" consiste en la mezcla de turba de sphagnum (muy fácil de encontrar en las florísterias, "garden center" y otros establecimientos de horticultura), tierra ligera de jardín (que no se apelmace al cogerla con la mano) y arena en volúmenes iguales. Hacemos hincapié en que la tierra de jardín no debe ser arcillosa sino que, al contrario, debe tener una textura suelta para que, junto con los otros dos componentes, proporcione un fácil acceso del aire hasta las raíces. Ademñas de las numerosas especies que vegetan perfectamente en cualesquiera de las tres fórmulas del "compuesto standar", existen otras que requieren un suelo más poroso y drenado o bien necesitan un mayor contenido en materia orgánica. El ajuste de estas mezclas especiales queda muy fácilmente resuelto añadiendo un porcentaje en volumen de arena en el primer caso y mantillo de hojas o turba para las especies del segundo tipo. 

La fertilización del compuesto standard se llevará a cabo añadiendo un abono que contenga 12% de nitrógeno, 20% de anhídrido fosfórico y 30% de potasa. La dosis adecuada será de 100 grs., por 100 litros de compuesto en el caso de la primera fórmula; 150 grs. por 100 litros en la segunda, y 12o grs. por 100 litros en la tercera.

Si el fertilizante usado tiene una riqueza baja o nula en magnesio, hierro, cinc, manganeso y otros elementos menores. debe adicionarse un producto comercial que las contenga. La aplicación de este preparado debe llevarse a cabo mediante su disolución en agua a la dosis recomendada por el fabricante y rociando la solución sobre el montón de compuesto, volteándolo a continuación hasta lograr una mezcla homogénea. Los fertilizantes con alta proporción de nitrógeno deben ser evitados, que que causan en las plantas suculentas la creación de tejidos muy débiles y acuosos, así como la disminución del número de flores producidas e incluso su aparición. Durante le primavera y verano, pueden ser convenientes algunos riegos fertilizantes, sobre todo si se trata de plantas que están más de un año en la misma maceta.

Se usará a este efecto un suelo soluble que contenga un 10-15 % de nitrógeno (los de menos proporción en este elemento serán dedicados a pequeñas plantas globulares muy floríferas, como Mammillaria, Notocactus, Rebutia, etc.., y los de mayor contenido servirán para Opuntia, así como cactus y otras suculentas columnares con crecimiento rápido, del tipo Cereus, Trichocereus, Marginatocereus, Euphorbia, etc..); 20% de anhídrido fosfórico, y 30% de potasa, además de lo cual debe tener una cierta riqueza en micro  elementos. La dosis más adecuada es de 1,5-2 gr. por litro de agua.

A los interesados en el cultivo hidropónico les interesará saber que este es aplicable a los cactus. El substrato a utilizar puede ser arena, vermiculita o gravilla volcánica y como abono a disolver en agua puede utilizarse con garantía uno de fórmula análoga a la mencionada para los riegos fertilizantes.

Temperatura, ilumnicación y Ventilación

Temperatura, ilumnicación y Ventilación

      Hemos visto anteriormente que las zonas de América donde las cactáceas viven silvestres  son muy dispares. A tenor de esta disparidad de zonas se comprende fácilmente que las respectivas climatologías poseen asimismo características diferentes. Por regla general los cactus toleran altas temperaturas, pudiendo resistir hasta 45º C. e incluso más si la intensidad de la luz solar, la humedad del suelo y la ventilación son las más adecuadas.

      Existen especies que llegan a soportar increíbles extremos, Como ejemplo podemos citar que unos estudios llevados a cabo acerca de la vida de los cactus en el desierto llegaron a medirse 60ª C. en el cuerpo de una planta de Opuntia, sin que tal temperatura hubiera producido daño en aquélla planta. Atendiendo ahora el mínimo termométrico tolerado por los cactus debe decirse que mientras algunas especies pueden soportar incluso -20ª c., los del tipo epifitito requieren temperaturas por encima de 8º C. Durante el invierno, los cactus no deben estar en habitaciones muy caldeadas, puesto que los 18º , 20ª e incluso 24º C. a que suele estar el ambiente de muchos lugares con calefacción evitarían que se produjera el reposo invernal que es imprescindible para estas plantas. Por el contrario, un ambiente fresco, a unos 10º C. como media entre el día y la noche, durante los meses fríos, guardando un mínimo de seguridad de 5-7º C., es lo más conveniente para la mayoría de los cactus. Para que estas plantas puedan soportar el ambiente frío del invierno, la humedad relativa del aire debe ser cuanto más baja mejor, y que en el mismo sentido, deberá restringirse el riego tanto más cuanto menores sean las temperaturas.

        En las zonas litorales del Levante y Sur de la Península Ibérica, Islas Baleares, así como en otros lugares de las riberas del Mediterráneo (Riviera, Mónaco, etc..) gran parte de las especies de cactus pueden ser mantenidas perfectamente  durante el invierno en terrazas y patios soleados y abrigados o, del mismo modo, plantados en el suelo del jardín, logrando así magníficos efectos ornamentales y un crecimiento más vigoroso que el que puede lograrse mediante el cultivo en maceta.

        No podemos decir lo mismo para las zonas con clima continental, tanto en España como en otros países. En esas áreas más frías debe tenerse en cuenta de forma más estricta la temperatura mínima soportada por cada especie. No obstante, tras la lectura de las páginas de este libro dedicadas a las características y cultivo de diferentes especies, podrá observarse que un número de especies de cactáceas, mayor  del que se supone, podrían vivir en zonas frías y secas.

        En los consejos que damos a continuación para el cuidado de cada una de las especies, el lector podrá observar que hablamos de "mínimo de seguridad". Este concepto debe entenderse como una temperatura mínima a la cual puede ser sometida una especie con seguridad de que no va a sufrir daño; pero aunque dicha especie fuera capaz de soportar fríos algo mayores, esta resistencia dependerá de la edad del ejemplar, su estado sanitario, su vigor y otros factores entre los cuales destaca la humedad del ambiente y del suelo.

       Algunas especies que en España pueden soportar mínimos de 3º C. durante varias horas, en países como Inglaterra, sufren daños con esa misma temperatura, ya que la humedad ambiente es notablemente superior durante el invierno, por lo que el mínimo a recomendar para aquellos países debe ser varios grados más alto.

        Durante el reposo invernal se produce el endurecimiento de las partes de la planta que nacieron en la primavera y verano anteriores. Muchas especies producen sus flores sobre estas partes que se desarrollan en el período vegetativo previo. Estos tejidos endurecidos progresivamente desde el otoño son capaces de tolerar el frío con cierta rusticidad, circunstancia que no se da si la planta no ha sido inducida a la detención del crecimiento mediante la reducción paulatina de los riegos, la ausencia de abonado y la exposición a temperaturas cada vez menores.

        Otra circunstancia muy importante en el cuidado de los cactus es su necesidad en iluminación, Un error que se comete con relativa frecuencia consiste en suponer que todos los cactus resisten intensas insolaciones, Frente a esta idea debemos dejar claro que muchas especies cactáceas viven entre matorrales, arbustos y rocas que tamizan los rayos solares. De las muchas semillas que se encuentran en los frutos de los cactus, sólo un número muy reducido de ellas dan lugar en su hábitat a plantas que puedan alcanzar el tamaño adulto. La razón estriba en que no todas las semillas caen en lugares sombreados y, por tanto, cuando llegan las cortas lluvias y se produce su germinación, las pequeñas plántulas son rápidamente colapsadas por la intensidad de los rayos solares, a excepción de aquellas que cayeron al amparo de rocas o matojos, siendo éstas las únicas que prosperan y dan lugar a plantas que siguen creciendo bajo un ligero sombreado durante todo su estado juvenil e incluso en muchas especies, a lo largo de toda su vida.

       Como norma práctica a seguir puede decirse que las especies provistas de pelos, espinas muy fuertes o densa y cerra da espinosidad requieren pleno sol, el cual ayuda a la formación y colorido de las pinchas y pelos. Por el contrario, las especies con pocas espinas requieren un cierto sombreado. En cualquier caso, se trate del primer tipo o del segundo, el lugar donde estén situados los cactus debe estar muy iluminado. Al llegar a este punto debe puntualizarse que la iluminación intensa y el sol directo son cosas diferentes. En el caso de no disfrutar de suficiente iluminación, su crecimiento es débil y ahilado, tomando un color desvaído y haciéndose sumamente sensibles a las enfermedades parasitarias.

         En España y países con el mismo grado de insolación, si se sitúa los cactus en la zona soleada de la terraza o jardín, al abrigo del follaje ligero de alguna de las plantas ornamentales que allí existan, el ligero sombreado así producido será ideal para la mayoría de las especies. En el caso de que la intensidad de los rayos solares sea excesiva se observa un color rojizo en la planta, Este síntoma, cuando comienza a percibirse, será la señal que indique la conveniencia de un cambio de lugar para ese ejemplar.

        Como final de estos comentarios sobre la iluminación requerida por los cactus, diremos que estas plantas pueden ser cultivadas utilizando como única fuente de luz los tubos fluorescentes o lámparas de tipo hortícola.

        Otro aspecto a tener en cuenta a la hora de cultivar cactus es la ventilación. Lo más conveniente para las cactáceas sería, si la temperatura lo permitiese, crecer al aire libre en un ambiente de poca humedad relativa. Esto es utópico en los inviernos de ciertas regiones de nuestro país, así como en muchas zonas con inviernos crudos, por lo que durante los meses fríos se protege a las plantas situándolas en la base inferior de una ventana orientada al sur, en una habitación donde la temperatura nocturna no ascienda de 10-12º c. Incluso en estos casos, las plantas deben airearse abriendo la ventana durante un buen rato durante la mañana o al mediodía, mientras que la temperatura exterior no sea inferior a 10º C.